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Entrada del blog por Comité Académico

Capacitar al empresario en microcrédito: porque no es solo pedir o dar plata, es saber usarla bien

Capacitar al empresario en microcrédito: porque no es solo pedir o dar plata, es saber usarla bien

Voy a contarles algo que nunca olvido.
Hace unos años conocí a Doña Marta, una señora berraca, vendedora de arepa con chorizo en una esquina de un barrio popular de Bogotá. Mujer valiente, sola con tres hijas, sueños, metas e ilusiones. Doña Marta no solo vendía arepas, era tan cordial y transmitía tanta tenacidad, que vendía todo lo que sacaba. 

Un día le ofrecieron un crédito para comprar un congelador y mesas, y ella lo tomó. No preguntó mucho, no comparó opciones, no entendió bien la cuota ni el interés… solo pensó: “Con esto vendo más”. 

¿Y saben qué pasó? Mejoró sus condiciones, vendió un poco más… pero también empezó a deber más. No organizó bien las cuentas, mezcló la plata de la casa con la del negocio, y al final, el congelador terminó en manos del que se lo financió. Perdió el aparato, se endeudó más, sufrió, se borró la alegría de su rostro, quedó con un mal reporte y desconfiando de los créditos.

Y ahí fue cuando me pregunté: ¿De qué sirve darle plata a un microempresario si no le enseñamos a manejarla con sabiduría?


Porque en microcrédito, dar el dinero no es el objetivo. El objetivo es transformar vidas, fortalecer negocios, y permitir que ese esfuerzo diario del empresario realmente rinda frutos. No solo en su negocio, también en su familia, en su vida. Pero para que eso pase, el empresario necesita saber cómo usar el crédito, cuándo es buena idea endeudarse y para qué.


Capacitarse no es ir a la universidad, es abrir los ojos.
Muchos empresarios sienten que eso de “capacitarse” es algo lejano, y responden con evasivas tales como: ¡No tengo tiempo!, eso es algo para gente de corbata o con título, si me gustara estudiar no tendría un negocio. ¡Mentiras! Capacitarse es simplemente aprender a tomar mejores decisiones, así de sencillo. Es saber leer una cuota, entender qué es un interés, planear cuánto se puede pagar, y sobre todo, tener claro que no toda plata que ofrecen hay que recibirla.


Capacitarse es también despertar el sentido común financiero. Es aprender a separar la plata del negocio y la de la casa, a no comprar por impulso, y a no dejarse llevar por promesas fáciles.


Un crédito mal usado, AHOGA al empresario. Pero bien usado, IMPULSA su negocio.


El crédito no es una solución mágica, es una herramienta. Como un machete: en manos de alguien que sabe usarlo, abre camino. En manos de alguien sin experiencia, puede cortarlo. Por eso, formar al empresario en microcrédito es tan importante; porque no se trata solo de llenar papeles, firmar pagarés y meterle el crédito. Se trata de que el empresario entienda que el crédito no es un regalo, es un compromiso que, si se asume con inteligencia puede llevar su negocio al éxito, o de lo contrario puede acabar con él.


Es tener claro que no se trata de endeudarse por gusto o por cumplir un capricho. Un crédito no es para lujos ni para deseos del momento. El crédito debe ser una inversión, es decir, debe usarse para algo que le dé fuerza al negocio y lo haga crecer.
Un buen crédito, bien invertido, se paga solo, porque genera ganancias. 

Por ejemplo, si lo usas para comprar mercancía, no cualquier mercancía, sino la que más se vende, esa que rota rápido, entonces cada vez que un cliente compra, tú estás ganando. Y lo mejor: estás ganando con plata que no era tuya al comienzo. ¿Ven cómo puede ser de provechoso para ambas partes?


Capacitación con los pies en la tierra


Y por capacitación no me refiero a clases llenas de palabras enredadas, de términos confusos. Hablo de talleres sencillos, de charlas con sentimiento, de ejemplos prácticos con los que el empresario se identifique. Hablo de mostrar con claridad cómo se calcula una cuota, qué pasa si se deja de pagar, cómo organizar el flujo de caja, y cómo usar el crédito para crecer, no para tapar huecos.


¿Y entonces qué hacemos?
A ti que estás leyendo esto, si eres microempresario o trabajas con ellos, te invito a algo muy simple: no tengas miedo de aprender. Pregunta, escucha, compara, pide que te expliquen, las veces que sea necesario. Nadie nace aprendido.


Y si eres una entidad que da microcréditos, no te conformes con desembolsar. Forma, educa, acompaña y haz seguimiento. Porque cuando el empresario entiende el crédito, lo respeta; y cuando lo respeta, lo cuida. Y cuando lo cuida, crece y TODOS ganamos.
Formar al microempresario en microcrédito no es un gasto, es una inversión. Es sembrar en tierra fértil. Porque cuando el empresario crece, no solo mejora su negocio. Mejora su hogar, su comunidad y, sí, también este país que tanto lo necesita. Y si no sabes formar microempresarios, pues ingresen a biru.pro y usen sus cursos gratuitos para microempresarios y ¡listo!


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